Monjes y Dinero

Este es el segundo artículo en la serie sobre el Vinaya, el cuerpo de reglas monásticas y de tradiciones que envuelven a cada monje y monja budista. En este artículo me ocuparé de la polémica cuestión de las transacciones con dinero de un monje o una monja.
La cuestión ha sido controvertida durante más de 2.000 años. Alrededor de 200 años después de la muerte del Buddha, surgió una gran pelea en la cual "tanto surgían discusiones infinitas como de no haber discurso con significado claro”[1]. Esta disputa surgió debido a una gran comunidad de monjes que aceptaban dinero haciendo caso omiso al Vinaya. Las actas de la discusión llegaron a ser conocidas como el Segundo Concilio y sembró la semilla del primer gran cisma en el mundo budista, que sucedió poco después.
Entonces, como ahora, no existe excusa alguna para la incertidumbre sobre este punto, ya que las propias palabras del Buddha lo dejan claro…


Sobre monjes y dinero

A los monjes (bhikkhus) y a las monjas (bhikkhunis) budistas no se les permite aceptar dinero para ellos mismos. Ni se les permite decirle a un laico de confianza que lo reciba en su nombre y lo guarde para ellos (por ejemplo, manteniéndolo en una cuenta bancaria personal). Tales prácticas están explícitamente prohibidas en la regla 18° en la sección del Vinaya llamada Nissaggiya Pacittiya.
Tampoco monjes o monjas pueden comprar y vender cosas para ellos mismos usando dinero. Esto está prohibido en la regla 19° en el Nissaggiya Pacittiya.
Algunas personas argumentan que estas dos reglas se refieren sólo al oro y la plata pero tal visión es indefendible. El Vinaya establece específicamente que estas reglas abarcan "lo que sea usado en los negocios"[2], es decir, cualquier medio de intercambio.
Otras personas tratan de sortear esta regla diciendo que ésta es tan sólo una regla menor, inaplicable a la vida monástica de hoy. En verdad, el Buddha dijo que el Sangha puede abolir las reglas "inferiores y menores".
Pero ¿es ésta una regla menor?...
Monjes, existen estas cuatro manchas debido a las cuales el sol y la luna no brillan, no resplandecen. ¿Cuáles son estas cuatro? Nubes de lluvia... nubes de nieve... el humo y el polvo... y un eclipse. Aún así, monjes, existen estas cuatro manchas debido a las cuales monjes y sacerdotes no brillan, no resplandecen, no destellan. ¿Cuáles son estas cuatro? Beber alcohol... complacerse en relaciones sexuales... aceptar oro o dinero… obtener lo que necesita a través de modos incorrectos de sustento. Estas son las cuatro manchas, monjes, debido a las cuales monjes y sacerdotes no brillan, no resplandecen, no destellan. [3]
Obviamente, el Buddha pensaba que regla que prohibía aceptar oro o dinero era, de hecho, una regla muy importante.
La no aceptación de dinero ha sido siempre una de las observaciones fundamentales de aquellos que han dejado el mundo. El dinero es la medida de riqueza y para la mayoría de las personas la riqueza material es el objetivo de la vida. En la renuncia al dinero por monjes y monjas, enfáticamente demuestran su total rechazo a las búsquedas mundanas. De un golpe se separan considerablemente de la gran mayoría de personas y así hacen un recordatorio constante de que toda una vida basada en la lucha por acumular dinero no es el único modo de vivir. Mediante el desprendimiento del dinero se desprenden de la mayor parte de su poder de manipular el mundo y satisfacer sus deseos. Así, como el Buddha una vez dijo cuando le fue preguntado si el dinero era permitido a monjes y monjas:
Quienquiera que esté de acuerdo con el oro o el dinero, jefe, también está de acuerdo con los cinco hilos del placer sensual, y quienquiera que esté de acuerdo con los cinco hilos del placer sensual, jefe, puede tomarlo por cierto que este no es el camino del asceta, que este no es el camino de un monje budista. [4]




Ajahn Brahmavamso
(Sociedad Budista de Australia Occidental, Newsletter, Enero-Marzo 1996)


Referencias:
[1] Libro de la Disciplina, volumen 5, página 424.
[2] Libro de la Disciplina, volumen 2, página 102.
[3] Anguttara Nikaya, volumen 2, página 53. (mi traducción)
[4] Samyutta Nikaya, volumen 4, página 326. (mi traducción)

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