El lugar de las mujeres en el Budismo (II)

por
Swarna de Silva

Las mujeres y el camino del Buddha
Existe muy poco, si es que existe, que identifique al Budismo con un sexo en particular. El Buddha mismo fue históricamente un hombre, pero la esencia del Budismo no involucra alabanza alguna a la personalidad del Buddha (a diferencia del Cristianismo que alaba a la persona de Jesús en su capacidad como Hijo de Dios). Lo que el Buddha descubrió fue una ley universal que existía con independencia de todos los Buddhas y que otros hombres o mujeres pueden descubrir siguiendo las directrices del Buddha. El culto a la persona del Buddha, la adoración de reliquias, la realización de "las pujas de Buddha" y similares, fueron todos desarrollos posteriores, tanto en el Theravada como en el Mahayana, y tienen escasa justificación en los discursos del Buddha.
Las discusiones académicas posteriores han planteado la cuestión acerca de si una mujer podría llegara ser una Buddha o una Bodhisattva. Los Mahayana han tomado una posición afirmativa (por ejemplo, el culto a Kwan Yin como una Bodhisattva que presta atención a las súplicas de aquellos que están angustiados), pero la posición Theravada es menos clara. Algunos han afirmado que los Buddha tienen que ser hombres, otros han tomado una posición más ambigua. La forma correcta de aproximarse a esta cuestión es considerarla como otras de aquellas preguntas improductivas que el Buddha dejó sin resolver (avyâkata) por ser irrelevantes para la cuestión sobre la liberación del samsâra. Sólo puede haber un Buddha en cada era búdica (a pesar de lo que algunos Jâtakas puedan implicar), y la era actual resultó haber sido inaugurada por necesidad o coincidencia, por un hombre, Siddhatta Gotama.
Otra forma de considerar esta cuestión consiste en que aún cuando la identidad masculino-femenino se de en el nacimiento, ésta solamente es verdadera en un nacimiento particular. La doctrina budista del renacimiento afirma que el género puede cambiar en las transmigraciones sucesivas. Así, en el sentido samsárico no existe masculino o femenino. Sino una sola corriente kármica. Esto apenas sorprende dado que la doctrina de anattâ asegura que no existe siquiera una identidad personal en la corriente samsárica. Esta es otra razón por la cual el Dhamma principalmente ignora la identidad sexual de las personas.

Desafortunadamente una opinión contraria ha ganado algo de popularidad en los países budistas principalmente debido a la influencia de las historias Jataka. En estas historias los hombres tienden a ser hombres y las mujeres tienden a ser mujeres (por ejemplo, se dice que Siddhatta y Yasodarâ habían sido consortes por incontables nacimientos) como se mencionó antes, son adiciones posteriores a la tradición budista destinada al consumo popular, y como las tenemos parece que la esencia de las historias se dirige hacia el principio fundamental budista de anattâ. Sólo las estrofas en los Jatakas, que son material narrativo privado, son consideradas como canónicas en la tradición Theravada. Otro malentendido popular en varios países budistas consiste en que el karma negativo ("inhábil") causa a un hombre el renacer como una mujer, y el karma positivo ("hábil") tiene el efecto opuesto. No parece haber fundamento de autoridad alguna para tal creencia. De hecho, los funcionamientos de la ley del Kamma son una de las preguntas incognoscibles para quienes no han alcanzado la Iluminación. Aquellos factores que causan a una persona convertirse en un hombre o en una mujer no fueron tratados por el Buddha. Tales creencias populares a este respecto no tienen fundamento en el Buddha-dhamma.
Sobre su lecho de muerte, el Buddha exhortó a sus discípulos para cumplir con la enseñanza, el Dhamma, la cual debía ser la guía suprema. El Dhamma, por supuesto, no tiene género; la cuestión es si el género tiene algo que ver con la búsqueda de un camino fácil o difícil. La respuesta a esto de nuevo, es clara -El camino del Buddha podría ser practicado por cualquiera, hombre o mujer. Los ocho componentes del Noble Óctuple Sendero generalmente son agrupados en tres grupos -Sila o moralidad, Bhâvanâ o crecimiento espiritual, y paññâ o sabiduría. La práctica de la moralidad puede en algunos casos involucrar las diferentes clases de conducta para los dos sexos, pero en la práctica del camino el género no tiene importancia alguna. El mayor logro del budismo, la iluminación suprema, está disponible tanto para hombres como para mujeres. Esto fue declarado por el Buddha, mucho antes de hubiera una mujer Arahant, cuando le contestó una pregunta a Ananda en cuanto a si las mujeres podrían alcanzar la Iluminación afirmativamente. El punto señalado aquí es tan auto-evidente que no justifica una mayor elaboración.
La práctica budista, es su forma más pura, no tiene lugar para ritual alguno. Es en la conducta ritualista de la mayor parte de las religiones que la mecanografía sexual se hace importante y las cuestiones de procedencia, la pureza ritual, y similares surgen. Acontecimientos posteriores en algunos países budistas han visto el surgimiento de algunos rituales, pero aún esta clase de rituales simples no han implicado escritura alguna sobre el sexo del devoto. El ritual budista, por lo general, implica formas de adoración simples o cantos u ofrecimientos simbólicos, y todo esto está disponible para hombres y mujeres en igualdad de condiciones.
En relación a esto, también se debe mencionar que el budismo no tiene lugar alguno para una clase sacerdotal. Los monjes budistas son, en ocasiones, mal llamados como "sacerdotes budistas", pero esto es un uso equivocado de la terminología y debería ser evitado por los budistas. El rol del sacerdote en la vida religiosa es el de ejercer entre el fiel y dios, pero siendo el budismo esencialmente ateo, no tiene lugar para Dios o el sacerdote. Así, el Budismo ha estado separado del problema evidentemente demasiado teísta de las religiones de mujeres que protestan por su exclusión del círculo sacerdotal. La posición de monjes y monjas en el Budismo será considerado en una sección posterior.
En relación a esto, también se debe mencionar que el budismo no tiene lugar alguno para una clase sacerdotal. Los monjes budistas son, en ocasiones, mal llamados como "sacerdotes budistas", pero esto es un uso equivocado de la terminología y debería ser evitado por los budistas. El rol del sacerdote en la vida religiosa es el de ejercer entre el fiel y dios, pero siendo el budismo esencialmente ateo, no tiene lugar para Dios o el sacerdote. Así, el Budismo ha estado separado del problema evidentemente demasiado teísta de las religiones de mujeres que protestan por su exclusión del círculo sacerdotal. La posición de monjes y monjas en el Budismo será considerado en una sección posterior.

ittibhâvo kim kiyirâ
cittamhi susamâhite
ñânamhi vattamânamhi
sammâdhamma.m vipassato
Lo que importa de ser una mujer
es si con la conciencia firmemente establecida
uno crece en el conocimiento
del Dhamma, con perspicacia.
yassa nûna siyâ eva
itthâham puriso ti va
kiñci va pana asamîti
tam Maro vattum arahatîti
Cualquiera que se cuestione
soy una mujer o soy un hombre
y en realidad no lo sabe,
sobre aquel triunfará Mara.

La versión ofrecida en el Therigâthâ preserva la primera estrofa esencial que afirma la relevancia de “la condición femenina” (ittibhâvo) para el progreso espiritual, pero reemplaza la segunda con una estrofa más convencional:

sabbattha vihatâ nanadi
tamokkhadho padâlito
evam janâhi pâpima
nihato tvam asi antaka
Habiendo destruido el placer en todas partes
habiendo la masa de la ignorancia arrancado;
oh malvado, puedes conocerlo así
oh Espada de la muerte, estás derrotado.

Si esto implica alguna adaptación posterior por parte de los monjes recopiladores nunca lo sabremos. Es, sin embargo, un hecho que los udânas registraron en el Therigâthâ algo decepcionante si buscáramos en ellos pruebas sobre la cuestión considerada aquí. En la mayor parte de lo que respecta a las Theris se ve como los suplicios de la vida de los cuales buscaban la fuga inefable, no son diferentes de aquellos identificados por los Thera en el Theragâthâ.

El lugar de las mujeres en el Budismo (I)

por Swarna de Silva.


La posición Pre-Budista de las mujeres
La matriz social en la cual surgió el budismo fue una en la que se le concedía una posición inferior a las mujeres. En cuanto a esto, la sociedad india no se diferenciaba radicalmente de otros lugares y, en algunos aspectos, su tratamiento a las mujeres pudo haber sido más liberal. La religión de India en el tiempo del Buddha es, por lo general, denotada como "el Brahmanismo" para distinguirlo del Hinduismo, que en su forma clásica era un desarrollo post-budista.
La posición de las mujeres bajo el hinduismo es bien conocida. Alguna idea de esta posición podría deducirse del clásico hindú Dharmashâstras del cual el Manu-smirthi, popularmente conocido como "Las leyes de Manu", es el más conocido. Este trabajo describe los deberes de las mujeres como sigue:
"Para una muchacha, para una joven, o incluso para una anciana, nada debe ser hecho de manera independiente, aún en su propia casa. En la niñez debe estar sujeta a su padre, en la juventud a su marido, cuando su señor esté muerto a sus hijos; una mujer nunca debe ser independiente" (Leyes de Manu, V, 147-8).
A las mujeres se les impidió realizar ritos religiosos, e incluso el conocimiento de los Vedas debía mantenerse alejado de ellas (IX, 18). La cuestión para los historiadores es saber en qué medida estas leyes estaban en vigor en el tiempo del Buddha. Sin embargo, la religión brahmánica del tiempo del Buddha, aunque algo mejor en cuanto a esto, no concedía paridad espiritual a las mujeres. El principio primordial en la filosofía védica-upanishádica, la cual dominaba en el tiempo del Buddha, era el principio masculino (purusha), y este proveía la justificación para la exclusión generalizada de las mujeres de la vida social y espiritual.
Fue en contraste con esta actitud de reservar el logro espiritual a los hombres que el Buddha proclamó un mensaje que debía ser universal, uno diseñado para el bien de la humanidad como un todo sin excepción de raza, casta o sexo. Uno de los tratamientos clásicos dados al Buddha es "sattâ devamanussana.m" o "el maestro de dioses y humanos". Si el Buddha hubiese sido considerado como un maestro de hombres en oposición a las mujeres el término "purisa" (que es la contraparte pali de "itti", mujer), había sido usado en la descripción clásica, en vez del término genérico manussa. De manera más general, la enseñanza del Buddha es referenciada como la que podía conducir a todos los seres (sattâ) a la liberación, independientemente del reino en el que vivieran y de la forma que asumieran. No obstante, otra descripción clásica del Buddha le describe como "Purisadammasârathi", o "auriga de hombres que deben ser domesticados". Algunos podrían ver este lenguaje como sexista, pero lo que probablemente significa es lo que precisamente dice, a saber, que los hombres están sujetos a fechorías más violentas y tienen que ser "domesticados" en un mayor grado que las mujeres [1].
Mientras el cambio en la actitud hacia las mujeres causado por el Buddha tiene que ser apreciado, debe recordarse que no estaba sólo en esto. Los Jainistas también tomaron una actitud más progresista hacia las mujeres cuando se compara con la religión brahmánica dominante. Pero el jainismo, a diferencia del budismo, no concedió la posibilidad de liberación espiritual a la mujer, aunque podía convertirse en hombre. Algunas, pero no todas, las sectas jainistas extendieron sus órdenes religiosas a las mujeres.