Bhikkhuni Sasana - La Orden de monjas budistas (1981)

Khin Mar On

La parte representada por las mujeres en la difusión del budismo no puede ser dejada de lado como de poca importancia.
El Buddha deliberadamente se negó tres veces, cuando Maha Pajapati Gautami, su madre adoptiva, solicitó el permiso de establecer la Orden de Bhikkhuni (monjas). Pero, el Buddha al final cedió a la petición bien razonada del Venerable Ananda en cuanto a cómo el sexo se encuentra en el modo de lograr la perfección y por qué las mujeres podrían ser privadas de las ventajas de la religión. Por lo tanto, el Buddha finalmente estuvo de acuerdo, aunque no sin dudas sobre el resultado último de tal paso y estableció ciertas condiciones, que parecen implicar el servilismo de las mujeres hacia los hombres. Las restricciones eran como sigue[1]:
  1. Sin importar cuán vieja una bhikkhuni puede ser, debe pagar el respeto incluso a un monje recién ordenado.
  2. Una bhikkhuni no debe quedarse en un monasterio de monjas para observar el retiro budista donde no haya ningún bhikkhu cerca.
  3. Una bhikkhuni debe invitar a un bhikkhu cada quincena para fijar la fecha del Uposattha y del día para escuchar la exhortación (Ovada) de los monjes.
  4. Una bhikkhuni debe realizar la ceremonia de Confesión y aprovechar el consejo tanto en el bhikkhu Sangha como en el bhikkhuni Sangha.
  5. Una bhikkhuni debe observar la disciplina de manattna[2] primero del bhikkhu y luego de la bhikkhuni.
  6. Una bhikkhuni, después de entrenar en las seis reglas pacittiya del bhikkhuni patimokkha, debe pedir el upasamppada[3] tanto al Bhikkhu Sangha como al Bhikkhuni Sangha.
  7. Una bhikkhuni no debe injuriar a un bhikkhu.
  8. Una bhikkhuni no debe amonestar a un bhikkhu.
Además, a las bhikkhunis les fueron dadas directrices generales que deberían no complacerse en los actos que dieran lugar al deseo (raga), apego (sannoga), ansia (acaya), insatisfacción (asamtutthu), entre otros. El modo de vida prescrito para ellas era el mismo aunque las reglas de disciplina eran parcialmente diferentes de aquellas en el bhikkhu patimokkha.
Para la bhikkhuni, la autorización para la ordenación tenía que ser dada dos veces, primero del bhikkhu y luego de la bhikkhuni. Algo relajable para una bhikkhuni era que ella podía enviar a un mensajero al Sangha para pedir la ordenación en su nombre, cuando fuese incapaz de presentarse ante el Sangha [de bhikkhus].
Como una regla general, la bhikkhuni no tenía permitido morar en bosques, y le fue prohibido usar polvos embellecedores y fajas extravagantes; extrema precaución de mantener el bhikkhu y la bhikkhuni separados.
En los días del Buddha, esto fue un gran paso hacia delante y en la vida religiosa, las mujeres disfrutaron del mismo derecho de acceso a la posición más alta, como al reconocer que las mujeres podían ser tan sabias como los hombres. En esta dirección, los nombres de bhikkhunis distinguidas como Khema, Patacara y Dhammadina pueden mencionarse.
También en el Therigatha, mujeres como Uppalavanna, Subha, Kisa Gautami y Soma son referenciados por haber renunciado al mundo de la infelicidad con la vida en general. Ellas aceptaron una vida de devoción para vencer el sufrimiento mundano.
Así floreció el Bhikkhuni Sasana. Pero después de la muerte del Buddha, el Bhikkhuni Sasana menguó bastante y despareció. Mil años después las mujeres que desearon servir a la religión y practicar el noble celibato no tenían posibilidad alguna de convertirse en bhikkhuni. No obstante, las entusiastas habían observado los cinco preceptos, los ocho preceptos y los diez preceptos con la ayuda de los venerables ‘Sayadaws’. Incluso afeitaban sus cabezas, vestían ropa teñida y practicaban el noble celibato. Estas mujeres otrora fueron llamadas “Thedinthe” y en la actualidad son conocidas como ‘Thilashins’ (monjas budistas). Estas Thilashins practican aprendiendo y enseñando las escrituras religiosas canónicas.
Actualmente el gobierno de la Unión de la República Socialista de Birmania satisfactoriamente ha convocado a la primera congregación del Sangha de todas las órdenes para la purificación, perpetuación y propagación de la religión. Esta primera congregación ha formado el Comité Central Estatal de Funcionamiento y el Comité Estatal Sangha Maha Nayaka. El último ha prescrito las reglas para la organización de las Thilashins. Los objetivos de la organización de las Thilashins son:
  1. Practicar el noble celibato y conducir su vida con total moralidad.
  2. Residir en monasterios únicamente de acuerdo con las reglas de disciplina provistas para las monjas.
  3. Promover las cualificaciones académicas, y
  4. Mantener la noble práctica de la meditación y concentración perspicaces.
Progresivamente, comités de división y municipales de Thilashins son establecidos. Un hecho interesante a notar es que el Comité Central Estatal de Thilashin será formado salvo que una emergencia requiera que se discuta el surgimiento de tal cuerpo.
La Congregación del Sangha notó que a las Thilashins no se les había dado derecho a portar tarjetas de registro nacionales como a las laicas. Por lo tanto, el Comité de Funcionamiento del Sangha adoptó un registro de carnets de identidad para las Thilashins que incluiría el nombre, la residencia, el lugar de nacimiento, la edad y la fecha en que se convirtió en Thilashin, la dirección y el nombre de los padres, entre otros. Las disposiciones han sido realizadas para emitir boletines oficiales por el Comité Sangha Nayaka de cada pueblo con la recomendación del Sayadaw (el abad) del monasterio donde la Thilashin reside, o por la directora del monasterio de monjas. Los carnets deben ser emitidos sólo a las monjas cuya edad esté por encima de doce años. El abad o la monja principal deben respaldar la carrera académica en los registros cada vez que una monja se mueva de un monasterio a otro.
El Comité Central de Funcionamiento del Sangha sostuvo su primera reunión anual en cuatro sesiones los días 13, 14, 15 y 16 de junio de 1.981 en Kaba-aye, en Rangún. Durante el tercer día de reunión, el esbozo de las constituciones para la organización de la Thilashin fue aprobado unánimemente después de una cuidadosa discusión.
Por consiguiente, las futuras falsas monjas que no son dignas de la religión desaparecerán y sólo las Thilashins auténticas de buena moralidad permanecerán para ayudar con la purificación, la perpetuación y la propagación de la religión del Buddha.

Notas:
[1] N. del T.: Estas ocho reglas se conocen como los Ocho Garudhammas de la bhikkhuni.
[2]N. del T.: El término “manatta” significa penitencia. Una monja que ha cometido una ofensa a las reglas del Sanghadisesa debe permanecer en penitencia durante quince días bajo ambos Sanghas (Thanissaro Bhikkhu).
[3] N. del T.: El término "Upasampada" hace referencia a la ordenación como monje o monja.

Monjes y Dinero

Este es el segundo artículo en la serie sobre el Vinaya, el cuerpo de reglas monásticas y de tradiciones que envuelven a cada monje y monja budista. En este artículo me ocuparé de la polémica cuestión de las transacciones con dinero de un monje o una monja.
La cuestión ha sido controvertida durante más de 2.000 años. Alrededor de 200 años después de la muerte del Buddha, surgió una gran pelea en la cual "tanto surgían discusiones infinitas como de no haber discurso con significado claro”[1]. Esta disputa surgió debido a una gran comunidad de monjes que aceptaban dinero haciendo caso omiso al Vinaya. Las actas de la discusión llegaron a ser conocidas como el Segundo Concilio y sembró la semilla del primer gran cisma en el mundo budista, que sucedió poco después.
Entonces, como ahora, no existe excusa alguna para la incertidumbre sobre este punto, ya que las propias palabras del Buddha lo dejan claro…


Sobre monjes y dinero

A los monjes (bhikkhus) y a las monjas (bhikkhunis) budistas no se les permite aceptar dinero para ellos mismos. Ni se les permite decirle a un laico de confianza que lo reciba en su nombre y lo guarde para ellos (por ejemplo, manteniéndolo en una cuenta bancaria personal). Tales prácticas están explícitamente prohibidas en la regla 18° en la sección del Vinaya llamada Nissaggiya Pacittiya.
Tampoco monjes o monjas pueden comprar y vender cosas para ellos mismos usando dinero. Esto está prohibido en la regla 19° en el Nissaggiya Pacittiya.
Algunas personas argumentan que estas dos reglas se refieren sólo al oro y la plata pero tal visión es indefendible. El Vinaya establece específicamente que estas reglas abarcan "lo que sea usado en los negocios"[2], es decir, cualquier medio de intercambio.
Otras personas tratan de sortear esta regla diciendo que ésta es tan sólo una regla menor, inaplicable a la vida monástica de hoy. En verdad, el Buddha dijo que el Sangha puede abolir las reglas "inferiores y menores".
Pero ¿es ésta una regla menor?...
Monjes, existen estas cuatro manchas debido a las cuales el sol y la luna no brillan, no resplandecen. ¿Cuáles son estas cuatro? Nubes de lluvia... nubes de nieve... el humo y el polvo... y un eclipse. Aún así, monjes, existen estas cuatro manchas debido a las cuales monjes y sacerdotes no brillan, no resplandecen, no destellan. ¿Cuáles son estas cuatro? Beber alcohol... complacerse en relaciones sexuales... aceptar oro o dinero… obtener lo que necesita a través de modos incorrectos de sustento. Estas son las cuatro manchas, monjes, debido a las cuales monjes y sacerdotes no brillan, no resplandecen, no destellan. [3]
Obviamente, el Buddha pensaba que regla que prohibía aceptar oro o dinero era, de hecho, una regla muy importante.
La no aceptación de dinero ha sido siempre una de las observaciones fundamentales de aquellos que han dejado el mundo. El dinero es la medida de riqueza y para la mayoría de las personas la riqueza material es el objetivo de la vida. En la renuncia al dinero por monjes y monjas, enfáticamente demuestran su total rechazo a las búsquedas mundanas. De un golpe se separan considerablemente de la gran mayoría de personas y así hacen un recordatorio constante de que toda una vida basada en la lucha por acumular dinero no es el único modo de vivir. Mediante el desprendimiento del dinero se desprenden de la mayor parte de su poder de manipular el mundo y satisfacer sus deseos. Así, como el Buddha una vez dijo cuando le fue preguntado si el dinero era permitido a monjes y monjas:
Quienquiera que esté de acuerdo con el oro o el dinero, jefe, también está de acuerdo con los cinco hilos del placer sensual, y quienquiera que esté de acuerdo con los cinco hilos del placer sensual, jefe, puede tomarlo por cierto que este no es el camino del asceta, que este no es el camino de un monje budista. [4]




Ajahn Brahmavamso
(Sociedad Budista de Australia Occidental, Newsletter, Enero-Marzo 1996)


Referencias:
[1] Libro de la Disciplina, volumen 5, página 424.
[2] Libro de la Disciplina, volumen 2, página 102.
[3] Anguttara Nikaya, volumen 2, página 53. (mi traducción)
[4] Samyutta Nikaya, volumen 4, página 326. (mi traducción)

El estatus de las mujeres en el Budismo (III)

Consejo a las mujeres emotivas

Para las mujeres que son excesivamente emocionales y golpeadas por la pena de la pérdida de sus seres queridos, el Buda habló de la inevitabilidad de la muerte, como lo enunció en las Cuatro Nobles Verdades, y citó varias parábolas para dar en el punto.Para Visaka, una abuela profundamente emocional y cariñosa que perdió a su nieta, el Buda la consoló así:

Del afecto que brota de la pena,
del afecto que brota del miedo,
para quien está completamente libre del afecto,
no existe pena alguna, mucho menos miedo.

En otra ocasión, cuando Kisagotami quien había perdido a su único infante se acercó al Buddha para que devolviera a la vida a su hijo, se le pidió que trajera una semilla de mostaza de una casa en la que ninguna muerte hubiese ocurrido. La mujer pudo encontrar una semilla de mostaza pero no pudo encontrar una familia en la que la muerte no hubiese ocurrido con anterioridad; por tanto, llegó a ella la realización de que la muerte no sólo afecta a su hijo, sino que era un fenómeno común a todos los seres vivos.
Patacara fue otro caso trágico. Ella había perdido a sus dos hijos, su esposo, sus padres y su hermano bajo circunstancias muy trágicas. Ella estaba loca debido a la pena y corría por todas partes en las calles. Al encontrarse con el Buddha, fue consolada así:

No existen hijos que lo protejan, ni padre, ni siquiera parientes para quien es abrumado por la muerte. Ninguna protección es encontrada entre los parientes.
Comprendiendo este hecho, la persona virtuosa y sabia rápidamente limpia el camino que conduce al Nibbana.
Escuchando las palabras de consuelo del Buddha, y apreciando la naturaleza de la vida, alcanzó la primera etapa del camino de la santidad y entró en la orden de monjas.

El estatus de las mujeres en el Budismo (II)

Consejo del Buddha a las mujeres casadas

Al aconsejar a las mujeres sobre su papel en la vida de casados, el Buddha apreció que la paz y la armonía de una casa descansan, en gran parte, sobre los hombros de la mujer. Su consejo era realista y práctico cuando el citó un buen número de las características cotidianas que una mujer debería o no debería emular. En diversas ocasiones, el Buddha aconsejó eso a una esposa:
  1. No debe abrigar malos pensamientos contra su marido;
  2. no debe ser cruel, severa o dominante;
  3. no debe ser despilfarradora, sino debe ser económica y vivir dentro de sus medios;
  4. de manera entusiasta debería proteger y ahorrar la propiedad de su marido y los ingresos bien merecidos;
  5. siempre debe ser virtuosa y casta de mente y acción;
  6. debe ser fiel y no albergar pensamiento alguno de actos adúlteros;
  7. debe ser refinada en el discurso y cortés en la acción;
  8. debe ser amable, aplicada y muy trabajadora;
  9. debe ser amable y considerada hacia su marido y su actitud debe equipararse a la de una madre amorosa y la protección de su hijo;
  10. debe ser modesta y respetuosa;
  11. debe ser serena, calmada y comprensiva, servir no sólo como una esposa, sino también como una amiga y consejera a su marido cuando la necesidad surja.
En el tiempo del Buddha, otros maestros religiosos también hablaron sobre los deberes y las obligaciones de una esposa hacia su marido, en particular, acentuando el deber de las mujeres de dar un descendiente a sus maridos, prestando un servicio fiel, y suministrando la felicidad conyugal y la dicha divina. Esta visión es también compartida por el Confucionismo. Sin embargo, aunque los deberes de una esposa hacia el esposo fueron establecidos en el código de disciplina confuciano, este no acentuó los deberes y las obligaciones del esposo hacia la esposa. Las enseñanzas del Buddha no tenían tal tendencia hacia los esposos. En el Sigalovada Sutta, el Buddha claramente mencionó los deberes de un esposo hacia la esposa y viceversa.
Un esposo debe ser fiel, amable y no despreciable. Es deber del esposo entregar la autoridad a su esposa y de vez en cuado, proveerle adornos.
Otros consejos útiles fueron dados a las mujeres en diferentes ocasiones y bajo circunstancias diferentes.