¿Era el Buddha sexista?

Por Bhikkhu Metanando

Bangkok Post, Mayo 9 de 2006



La determinación de la actitud del Buddha hacia las mujeres se relaciona directamente con la naturaleza misma del Budismo, e independientemente de si el Budismo apoya o no el movimiento de los derechos humanos por la igualdad y la democracia. En respuesta a esta pregunta, uno puede argumentar siempre que no hay manera de verificar la respuesta, puesto que el Buddha falleció hace mucho tiempo en el Nirvana. Sin embargo, los pasajes del Tripitaka, que es el cuerpo de enseñanzas religiosas más grande del mundo, sirven como una buena referencia en nuestra búsqueda.

Para determinar si el Buddha discriminaba o no a las mujeres, el Tripitaka es la una única fuente histórica apropiada para referenciar. Sin embargo, el método no es simple.

La interpretación de los textos budistas depende en gran parte del método empleado en la lectura, es decir, tomando las palabras literalmente como muchos budistas tradicionalistas lo hacen, o usando una aproximación más holística, como muchos estudiosos modernos lo hacen.

Lo último también requiere el análisis crítico y el arte de leer entre líneas. Como la mayoría de los textos religiosos se transmitieron en la antigüedad, el Tripitaka ofrece información contradictoria sobre el estatus de las mujeres.

Una de las referencias clave de discriminación fuerte contra las mujeres es la leyenda sobre el origen de las monjas (bhikkhuni), en la cual el Buddha mostró su enérgica desaprobación a la ordenación de las mujeres como lo solicitó Prajapati Gautami, su tía y madre de leche. Ananda, el asistente cercano del Buddha intervino y negoció en su nombre. Como resultado, el Buddha estableció un sistema de reglas especiales, o también llamados los Ocho Deberes Principales (Garudhammas) que establecían las condiciones para la ordenación de las mujeres, y requirió que las monjas se adhirieran totalmente a ellas por el resto de sus vidas.

Los Ocho Deberes Principales son:
  1. Una monja, incluso si ha estado ordenada por cien años, debe respetar, saludar y arquearse en reverencia a los pies de un monje, incluso si éste ha sido ordenado ese día. (Los monjes presentan respeto el uno al otro de acuerdo con su precedencia, o el número de años que hayan sido ordenados).
  2. Una monja no debe permanecer en una residencia donde no hay monje alguno. (Un monje puede tomar una residencia independiente).
  3. Una monja debe esperar dos deberes: petición para el Uposatha bimensual (día de reunión), y recibir instrucciones por un monje cada quincena. (Los monjes no dependen de las monjas para este rito obligatorio, tampoco requieren recibir instrucción alguna).
  4. Una monja que ha completado su retiro de lluvias debe ofrecerse para instrucción tanto en la comunidad de monjes como en la comunidad de monjas, basado en lo que es visto, en lo que es oído y en lo que es dudado. (Los monjes sólo se ofrecen a la comunidad de monjes).
  5. Una monja que es puesta en período de prueba por violar una regla monástica de Sanghadisesa debe servir por un período de prueba mínimo de 15 días, con el restablecimiento requiriendo la aprobación tanto de la comunidad de monjes como la de monjas. (El mínimo para un monje es un período de prueba de cinco días sin la aprobación de las monjas requerida para el restablecimiento).
  6. Una mujer debe ser ordenada tanto por monjes como por monjas y puede ser ordenada sólo después de de dos años de postulación, o entrenando en los seis preceptos. (Los hombres no tienen período de postulación obligatorio y su ordenación es realizada sólo por monjes).
  7. Una monja no puede reprender a un monje. (Un monje puede reprender a un monje, y cualquier monje puede reprender a una monja).
  8. A partir de hoy, ninguna monja enseñará nunca a ningún monje. Sin embargo, los monjes pueden enseñar a las monjas. (No hay restricciones contra que un monje pueda enseñar).
La leyenda recuerda que, después de la memorización de los Ocho Deberes Principales, Ananda el discípulo del Buddha volvió para informar a Prajapati la tía, sobre las palabras del Buddha. Ella aceptó las ocho reglas sin reservas. Encantada dijo:
“Acepto los Ocho Deberes Principales, y cumpliré con ellos sin falta durante toda mi vida, como una muchacha joven o muchacho que disfrutan de su belleza, habiéndose bañado y lavado con champú, acepta una guirnalda de jazmín o lila, la acepta con las manos y la coloca sobre su cabeza”.
A parte de estas regulaciones discriminatorias contra las mujeres, el Buddha además profetizó que debido a la ordenación de las mujeres el corazón de las enseñanzas de su religión sería reducido de 1.000 a 500 años. Esto se indica en el siguiente pasaje del Tripitaka:
En aquel tiempo, el Venerable Ananda fue a ver al Bendito. Habiéndose sentado a un lado le dijo al Bendito: “Señor, Mahaprajapati Gautami ha aceptado los Ochos Deberes Principales. La tía del Señor ahora ha sido ordenada”. El Bendito le dijo a Ananda, “Ananda, si las mujeres no hubieran renunciado a sus vidas de casa y se hubieran ordenado en la religión del Tathagata, la vida santa habría durado mucho más tiempo, el corazón de la enseñanza del Budismo habría permanecido durante mil años. Como la ordenación de las mujeres ha ocurrido en esta, la religión del Tathagata, la vida santa no durará mucho tiempo. El Dhamma Verdadero sólo durará 500 años. Ananda, en cualquier religión que las mujeres sean ordenadas, aquella no durará mucho tiempo. Como las familias que tienen más mujeres que hombres fácilmente son destruidas por los ladrones, como un arrozal abundante una vez infestado por gusanos de arroz no durará mucho tiempo, como un campo de caña de azúcar invadido por el polvo roja no durará mucho tiempo, aún así el Dharma Verdadero no durará mucho tiempo. Ananda, como un hombre construye un dique circundante grande para prevenir el flujo de agua, yo prescribo los Ocho Deberes Principales para que las monjas se adhieran sin falta por el resto de su vida (Vin. II, 256).
Por supuesto, los budistas que tradicionalmente son entrenados dan por sentado que el pasaje anterior es una cita real del Buddha. Por lo tanto, lo toman para significar que las mujeres son inferiores a los hombres, y son la causa de la destrucción de la religión.

Si esto fuera cierto, entonces sólo hay una conclusión: el Buddha era sexista. Sin embargo, la palabra “sexista” es demasiado fuerte para la mayor parte de los budistas. Ningún budista tradicional querría reconocer el prejuicio del Buddha. En cambio, generalmente hasta defienden el mensaje de los Ochos Deberes Principales, reclamando, “Este es el modo en que son las cosas. Este es el Dharma del Universo, y no hay nada que podamos hacer, pero los aceptamos [Los Deberes Principales] como un auténtico mensaje del Buddha”.

Esta interpretación fundamentalista ha aislado a los budistas de la creencia en la democracia basada en los derechos humanos y la igualdad de género. El Budismo ha llegado a ser una herramienta utilizada para marginar a la mitad de la población mundial. La gente culta a menudo se aparta del Budismo en rechazo ya que ven la religión como una parte del problema más que como una solución para el progreso social.

Sin embargo, otro modo de contestar la pregunta es por medio de una lectura crítica del Tripitaka. Esta es la metodología de los estudiosos modernos. Lo que muestra claramente una imagen diferente sobre la actitud del Buddha hacia las mujeres. De acuerdo con otras secciones del Tripitaka, los Ocho Deberes Principales están en contra de los principios del Buddha sobre la compasión y la naturaleza de la humanidad. De acuerdo con la versión del Buddha del Génesis, los caracteres masculinos y femeninos surgieron como consecuencia del continuo decaimiento del mundo físico, es decir, no pertenecen a la verdadera naturaleza de la que somos. Ya que el género es sólo el aspecto externo de nuestra verdadera naturaleza, tanto hombres como mujeres están capacitados con la misma capacidad de lograr la Iluminación más alta.

Además, cuando ésta parte particular del Tripitaka –la leyenda sobre el origen sobre la orden de las monjas y los Ochos Deberes Principales– es comparada con otras partes del Tripitaka, hay muchas discrepancias y contradicciones. Por ejemplo, en los libros de Theragatha y Therigatha (salmos compuestos por monjes y monjas iluminados) vemos una situación en la cual un monje se iluminó por las enseñanzas de una monja quien, por consiguiente, fue respetada como su madre. Esto contradice la última regla de los Ocho Deberes Principales, que prohíbe a una monja enseñar a un monje.

También, la frase “de hoy en adelante” sugiere que hubiera monjas que anteriormente enseñaban a monjes, y la regla fue emitida para detener la actividad en nombre del Buddha. Esto también es apoyado por la metáfora del “dique” usada en una parte posterior de la historia. Esta parte de la historia cuenta que un dique fue construido para poner en cuarentena los campos de arroz y caña de azúcar en India una vez que un agricultor vio que los campos habían sido infectados por el gusano del arroz o el óxido rojo. El dique tuvo que ser construido en cuanto el agricultor descubrió los parásitos, pero no antes de esto. El uso de la metáfora está en contra de la lógica de la condición de que las reglas fueron impuestas antes de que se formara la comunidad de monjas. Más bien estas ochos reglas fueron post-fechadas algún tiempo después de la fundación de la orden de monjas. Estos pequeños goznes sugieren que la leyenda de los Ocho Deberes Principales fue interpolada en el Tripitaka como una parte de la enseñanza del Buddha. Parece, entonces, que los Ocho Deberes fueron el trabajo de una generación más joven de monjes que tenían actitudes negativas hacia las mujeres.

En otra parte en el Tripitaka, no vemos ninguna prueba de que las monjas actuaran como causa del decaimiento del Budismo. Al contrario, en varios Sutras, datados de antes de la partida del Buddha, nunca describen una visita de un rey a un monje para aprender el Dharma. Sin embargo, tres referencias en el Tripitaka mencionan las visitas de un rey a una monja mientras el Buddha estaba vivo. En un episodio, el Rey Pasenadi de Kosal elogió la capacidad de enseñanza de la monja Khema delante del Buddha; demandó que su enseñanza era tan buena como la del Señor mismo!

También, en los libros de Theragatha y Therigatha, vemos que las monjas budistas eran más activas que los monjes en la divulgación del Dharma. Mientras que los monjes tendieron a disfrutar viviendo una vida solitaria más bien que vivir en comunidad, las monjas tenían lazos más fuertes con la comunidad en la que ellas estuvieron muy involucradas en la enseñaza y el estudio. Un pasaje incluso describe a una monja que profesó con audacia al público: venga y escuche mi enseñanza! Tal expresión evangélica no es descrita con respecto a monje alguno en el Tripitaka. El libro de Therigatha fue la primera literatura religiosa conocida en el mundo en ser compuesto por mujeres. Esto muestra el período temprano en la historia del Budismo cuando las mujeres disfrutaban de iguales derechos con sus contrapartes masculinas.

Estas pequeñas pruebas dispersas en el Tripitaka confirman que la enseñanza original del Buddha no favoreció a los hombres sobre las mujeres. Desafortunadamente, sin embargo, elementos de sexismos son encontrados a su manera en la comunidad budista después de que falleciera el Buddha para reforzar el estatus superior de los hombres sobre las mujeres. Los Ocho Deberes Principales, según lo preparado en la leyenda sobre el origen de la orden de las monjas, se convirtieron en una herramienta social, muchas de las cuales eran profesoras excepcionales y bastante acertadas para iluminar a los monjes.

Las reglas no sólo eran parte del Canon Budista, sino que fueron hechas para cumplirse dentro de la comunidad de monjas con la repetición y afirmación cada quincena. Se sospecha que el período de represión de las monjas pudo haber durado algunas generaciones antes de que la orden de las monjas finalmente desapareciera de India. Fue poco antes de que el Budismo desapareciera también. Esta hipótesis es sustentada cuando el Budismo es comparado con el Jainismo, o la religión hermana del Budismo, fundada por Mahavira, un líder espiritual contemporáneo del Buddha.

Como el Budismo, el Jainismo fue visto como heterodoxo por los hindúes y más tarde por los musulmanes. Las comunidades budista y jainista comparten la misma estructura, que está compuesta de monjes, monjas, laicos, y laicas; los budistas adoran la estatua del Buddha, mientras que los jainistas adoran la estatua de Mahavira.

Mientras que el Budismo desapareció de India, el Jainismo no. Muchos historiadores culpan de la extinción del Budismo en su propia madre patria a la opresión musulmana, pero esta teoría no puede explicar por qué el Jainismo no fue destruido ya que las dos religiones ostentaban la misma posición para los musulmanes. La diferencia está en el tratamiento de las monjas: en el Jainismo, las monjas no fueron discriminadas como en el Budismo. Incluso ahora, las monjas jainistas disfrutan de la libertad de enseñar de igual a sus compañeros masculinos. No hay reglas tales como los Ocho Deberes Principales en la enseñanza de Mahavira.

En esta luz del análisis, las pruebas indican que el sexismo en la comunidad budista fue el responsable de la destrucción y extinción de la religión budista de su propia madre patria. Fue el resultado del karma cometido por monjes sexistas de generaciones posteriores después del fallecimiento del Buddha.

La discriminación sexual o sexismo eran en lo absoluto parte de la enseñanza original del Buddha, no excluía a nadie. El Señor Buddha, podemos concluir, no era un sexista.

Tristemente, el karma del sexismo está todavía fuerte y sano en la mayoría de los países budistas como Sri Lanka, Birmania, Tailandia, Laos, y Camboya. Solamente algunas comunidades de Sri Lanka ordenan a mujeres.

En otra parte del Sudeste de Asia, la ordenación de mujeres es ilegal. El Consejo Eclesiástico de Tailandia, por ejemplo, anunció públicamente que cualquier monje que apoye la ordenación de mujeres está sujeto a castigo severo.

Sin embargo, en la Tradición Theravada como un todo, los Ocho Deberes Principales son seguidos fielmente como palabras auténticas del Señor Buddha.

En los países Theravada, la religión budista nunca ha estado en apoyo de los derechos humanos y la justicia social. Mientras que no haya ninguna reforma al sistema de educación religioso en el Budismo y el Tripitaka, la religión seguirá siendo el obstáculo más grande para el desarrollo de la democracia y de la justicia social en estos países.

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