Vida monástica sin restricciones para las monjas

Publicado: 28/07/2009

Un monasterio (de la Tradición) del bosque para monjas budistas en Perth, Australia, ofrece un santuario a las mujeres que buscan la vida monástica.

Dos niñas pequeñas, hermanas de aproximadamente cuatro y seis años, se sientan sigilosamente sobre cojines de meditación especiales de tamaño infantil provistos para los visitantes. Haciendo una reverencia, escuchan atentamente como Ajahn Vayama, la abadesa del monasterio de monjas Dhammasara en Perth, Australia, les cuenta la historia de cómo surgió el lugar.

Érase una vez -es decir, en 1.998- una pareja local adinerada que acababa de tener su primer hijo, una niña. Los nuevos padres decidieron ofrecer una gran donación y comprar terrenos para construir para construir un monasterio de monjas budistas, de modo que si un día su hija quería convertirse en una monja, sería capaz de hacer lo cerca de casa, sin necesidad de ir a Asia.
A medida que le sonríe a las niñas, Ajahn Vayama dice: "Ahora, tu puedes escoger no convertirte en una monja cuando crezcas. No todo el mundo quiere. Pero es importante que tengas esa elección".
¿Quién sabe lo que le depara el futuro? Pero seguramente sería poético si en realidad escogieran la ordenación, ya que las muchachas son de ascendencia singalesa. En cierto sentido, son hijas modernas de Sanghamitta, la gran bhikkhuni (monja budista completamente ordenada) arahant, quien en el año 250 AEC llevó el linaje de mujeres ordenadas a Sri Lanka, donde floreció hasta la histórica casualidad de la guerra y la hambruna que condujeron a su descontinuación cerca del 1.100 EC. Antes de esto, la sociedad budista en Sri Lanka había ejemplificado la cuádruple estructura original establecida por el Buddha, constituida de hombres y mujeres monásticos y devotos laicos.

Guiada por el modelo del Buddha, la Sociedad Budista de Australia Occidental (BSWA, siglas en inglés) ha -desde su inicio a comienzo de la década de 1970- tenido como un objetivo fundamental el establecimiento de facilidades monásticas tanto para los monjes como para las monjas. Hoy en día, esta organización secular apoya el Monasterio de monjes Bodhinyana, creado en 1983 por monjes que entrenaron dentro de la Tradición tailandesa del Bosque bajo Ajahn Chah, y el Monasterio de monjas Dhammasara, creado en 1998, y considerado como un monasterio asociado.
La visión original que la BSWA tenía para Dhammasara era proporcionar un lugar a las mujeres para ser ordenadas y para que se formaran como monjas, así como para que las laicas practicaran en un entorno monástico. Al momento en el que se fundó el monasterio, no había perspectiva alguna de bhikkhunis reconocidas por la tradición tailandesa, por lo que la forma de ordenación provista en Dhammasara era la de monjas de diez preceptos que vestían hábitos marrones. Ajahn Vayama, una australiana que había sido ordenada como monja de diez preceptos y que pasó 10 años en Sri Lanka, seguidos de un año en el Monasterio Amaravati en Inglaterra (un monasterio sucursal en el linaje de Ajahn Chah), fue invitada a asumir la posición de abadesa a finales de 1997.

Hubo una decisión deliberada que convirtió a Dhammasara en un monasterio de monjas separado físicamente y completamente independiente. Ajahn Vayama explicaba: "Esto significaba que no se dependía del Sangha de bhikkhus para la enseñanza, el apoyo financiero y cualquier clase de ajuste al orden del día de cómo deberían ser las cosas. Las monjas toman todas las decisiones y son absolutamente responsables de construir y controlar el monasterio. Siempre existió un gran sentimiento de apoyo y cooperación de parte de los monjes, sobre todo de Ajahn Brahm [el abad de Bodhinyana]. Pero éste ha de sostenerse por sus propios pies".
Su independencia es una característica distintiva de Dhammasara. En la mayoría de los casos, tanto en Occidente como en Tailandia, las monjas viven en el mismo monasterio -aunque en su propia sección- con los bhikkhus, y a menudo difieren de ellos, especialmente si el abad es uno sumamente respetado. En Occidente existen ermitas y viharas, o residencias monásticas, independientes, donde viven una o dos monjas. Sin embargo, Dhammasara es el único lugar que, hasta ahora, ha sido establecido de manera deliberada como un monasterio para el entrenamiento de monjas budistas.
Aunque no siempre fue fácil, requiriendo trabajo duro y fortaleza durante más de 10 años, Dhammasara ha probado que, en efecto, puede mantenerse por sí mismo y encontrar su camino. En los primeros días, Ajahn Vayama fue la monja pionera solitaria, acampando en una caravana en el hábitat silvestre de Australia. Hoy en día, la comunidad monástica ha crecido para incluir a cuatro (y en cierto momento cinco) monjas, tres anagarikas (postulantes de ocho preceptos) y un número fluctuante de laicos invitados así como visitantes monásticas. Con la mano (literalmente) ofrecida por partidarios laicos se han construido caminos, kutis (chozas), un edificio central para múltiples fines y otras infraestructuras. No obstante, la mayor parte de la propiedad que se extiende por casi seis hectáreas ha sido preservada concienzudamente en su prístina condición natural como le conviene a un monasterio del bosque.

Andando por los caminos de tierra, uno puede oír los sonidos de las llamadas de pájaros y animales misteriosos que susurran en el monte. Menos misteriosos son los canguros que corretean alrededor de los campos y algunas veces vienen descaradamente cerca -especialmente en el área de la cocina en busca de sobras. Mientras tanto, los kutis extensamente espaciosos están rodeados por la densa vegetación de altísimos árboles y plantas herbáceas puntiagudas australianas. El simple hecho de estar inmerso en la atmósfera natural trae paz a la mente mágicamente.
Es raro encontrar un espacio como este para las mujeres, donde puedan tener las mismas condiciones físicas para practicar a las que los hombres reciben en un monasterio del bosque: viviendo en reclusión y rodeados por la naturaleza -ambos son muy beneficiosos para la meditación. Cada monja permanece en su propio kuti y, dependiendo de la disponibilidad, incluso las laicas invitadas por mucho tiempo también lo pueden hacer. A diferencia de los monasterios de monjes, donde las laicas están limitadas a las zonas públicas y a una designada, con frecuencia pequeña, zona de mujeres, las residentes en Dhammasara pueden moverse libremente en medio de los amplios espacios.
Otra diferencia en la experiencia de las laicas que han permanecido en Dhammasara, comparada a un monasterio masculino, es la oportunidad de participar totalmente en la comunidad y, así, tener una experiencia más auténtica de la vida monástica.
Como dice una mujer laica que reside durante más de un mes en Dhammasara, "Me siento como si realmente fuera parte de la comunidad, no solamente esa laica siempre cuidadosa de mantenerme distanciada de los monjes, es realmente maravilloso. Ante todo, simplemente me siento más a gusto. Pero también más involucrada en las actividades del monasterio. Tengo que aprender y seguir aún más las reglas de la comunidad. Todo esto me hace sentir que incluso como invitada soy casi una 'monástica', lo cual pienso que ha sido muy útil para mi práctica".
En el desarrollo de Dhammasara, Ajahn Vayama dio mucha importancia a instruir una forma monástica clara, que incluye una rutina monástica estructurada y las reglas de comportamiento monástico. "La forma monástica es en realidad valiosa porque constantemente te desafía a cumplir con la forma superficial, aún cuando ésta no sea de tu preferencia personal o lo que tienes ganas de hacer en el momento. Te hace trabajar constantemente sobre tus contaminaciones".
Como en todos los monasterios, los días en Dhammasara comienzan antes del amanecer. Dos veces a la semana hay sesiones grupales de meditación que comienzan a las 4:30 am, mientras que durante los otros días se hace práctica individual, lo que requiere aún mas disciplina personal. A esto le sigue un desayuno sencillo y un grupo se reúne para asuntos administrativos, y en ocasiones también una animada discusión sobre el Dharma.

Después de un período de trabajo matutino, vienen visitantes laicos a ofrecer la comida principal y las monjas dan una enseñanza de Dharma corta. Después de la comida, una monja mayor está disponible para hablar con los laicos. Una vez los laicos se marchan y termina la limpieza, uno está libre para seguir el estudio personal o la práctica del Dharma. Un momento grupal en la tarde a la hora del té es opcional, pero la mayoría aprovecha la oportunidad de estar juntas como una comunidad y hablar informalmente. Otra laica que permaneció tanto en el monasterio de monjes como en el de monjas comentaba, "Me gusta cómo puedes sentarte y hablar con las monjas. Es importante tener amigos espirituales con los cuales puedas discutir el Dharma".
Dos veces por semana hay un encuentro grupal para meditar, recitar y tener una conversación de Dharma. En ocasiones también hay una clase de estudio de suttas por la mañana una vez a la semana. El monasterio también tiene una amplia biblioteca de libros y conversaciones grabadas sobre Dharma. Así monjas y laicos invitados brindan un buen apoyo a su educación en el Dharma.
Las enseñanzas dadas están, de algún modo, adaptadas especialmente para las mujeres. Por ejemplo, un sutta seleccionado para un estudio profundo era sobre bhikkhunis arahant discípulas del Buddha y la forma en que cada una proclamó su iluminación. Esto puso en relieve y ofreció una mayor comprensión del logro espiritual de las mujeres, el cual rara vez es discutido en detalle en las conversaciones de Dharma de los monjes.
Además, una ventaja de aprender de una maestra es que "entiende mejor cómo actúa la mente de las mujeres. Ella ha trabajado con la misma intensidad lo que yo hasta ahora estoy trabajando", señaló la Hermana Seri, una de las monjas.
Los laicos también se benefician de las enseñanzas orientadas hacia la mujer provistas por las monjas. Aunque el monasterio de monjes lleva más tiempo establecido, muchos laicos deciden venir a Dhammasara también, o solamente a él. Cherry Jackson, una patrocinadora por muchos años de ambos monasterios afirma, "Podemos hablarles de mujer a mujer. Podemos discutir cosas aun más personales, y pueden darnos su consejo, especialmente en temas de mujeres".
Yannie Tan, otra patrocinadora de ambos lugares, dice que le gusta venir a Dhammasara porque allí puede ofrecer mayor servicio a las monjas. "Con los monjes, es muy limitado en cuanto a lo que podemos hacer por ellos. Pero con las monjas, puedo hacer cosas como llevarlas a lugares. Y luego en el coche, podemos hablar de una manera más informal. Puedo relacionarme con ellas con mayor facilidad y sentirme cómoda, porque las mujeres son más sensibles".
De hecho, en cierto sentido los hombres también encuentran mucho más fácil dirigirse a las monjas, aún a pesar de la exigencia de tener una chaperona cuando le hablan a una monja, tal como las mujeres deben tener un chaperón cuando le hablan a un monje. Ajahn Vayama anotó, "Muchos hombres sienten que pueden hablar sobre temas mucho más personales y emocionales con nosotras. Quizá no quieren ser vistos como 'blandos' con los monjes, pero no les importa exponer ese lado de sí mismos con una maestra".
Otra contribución significativa que las monjas hacen es proporcionar modelos de rol positivos, especialmente para las jóvenes y las mujeres.
Ajahn Vayama dice, "un valor asociado a que este monasterio de monjas sea independiente, es que moldeamos la formación para ser maestras del Dharma competentes, capaces y auténticas. No estamos en una competencia con Ajahn Brahm o los monjes. Pero estar separados nos permite ser apreciadas por derecho propio, no en una comparación con ellos".
Así, las monjas ofrecen a las mujeres algo a lo que aspirar en su desarrollo espiritual. Pero más que eso, también les proporcionan ejemplos de liderazgo en cualquier campo, no sólo en el espiritual.
"Me han dicho que tener una mujer al frente de la enseñanza y los retiros de Dharma, planteando preguntas, siendo reverenciada, ha sido positivo para muchas mujeres y muchachas. Especialmente para las jóvenes que están en los últimos años del colegio y están pensando en planes de carrera y se preguntan, '¿En realidad puedo hacer esto como una mujer?'. Han dicho que ha sido realmente inspirador para ellas ver a una mujer, sea yo o cualquier otra, haciendo esto", comparte Ajahn Vayama.
La realidad es, sin embargo, que en la tentativa de "hacerlo", todavía en muchos campos las mujeres deben lidiar con ciertas barreras e injusticias debido a su género. En esto, también, Ajahn Vayama puede ofrecer consejo a las mujeres basándose en sus experiencias personales en relación con tales desafíos. Si una muchacha por casualidad encuentra personas -hombres o mujeres- que no la apoyan, o incluso la desalientan, en la consecución del camino que escogió, diciéndole que no puede o no debe hacerlo, Ajahn Vayama ofrece este enfático consejo, "Sólo tienes que continuar. Sigue insistiendo en ello".
Luego si esas dos chicas singalesas escogen convertirse en monjas o no, los ejemplos positivos y los mensajes que han sido expuestos durante su visita a Dhammasara pueden haber dejado una impresión en sus jóvenes mentes. Quizá esto haya ayudado a cultivar la creencia de que pueden apuntar alto, y con determinación y trabajo, hacerlo bien en lo que sea que persigan -y también sembrarlas con confianza para ir hasta ello.

2 comentarios:

ivonne palacios dijo...

HOLA,MI NOMBRE ES IVONNE PALACIOS,SOY MUJER DE 34 ANOS,DE COSTA RICA,POR FAVOR SI ME DAN INFORMACCION DE COMO PODER INGRESAR AL MONASTERIO....GRCIAS POR SU ATENCION...MI MAIL ES ipalas1976@hotmail.com

Upāsikā Sabrina Sujata dijo...

Claro que sí, favor esté atenta a su correo.