El lugar de las mujeres en el Budismo (III)

La posición secular de las mujeres


Cuando consideramos la posición concedida a las mujeres en la vida ordinaria tenemos que notar que la enseñanza del Buddha estuvo principalmente centrada en la emancipación espiritual individual. Esta emancipación podría ser manifestada en la conducta mundana de los individuos, pero el Buddha no estaba interesado en establecer y perpetuar una orden particular, ya que cualquier régimen real que fuese puesto sería insatisfactorio en un sentido budista. En cuanto a esto, el budismo se diferencia de otras religiones donde los asuntos privados y públicos eran traídos dentro del ámbito de la regulación religiosa. El Budismo no hace tales del matrimonio (donde la posición de la mujer es importante) un “sacramento” religioso como sucede, por ejemplo, en el Cristianismo o en el Hinduismo. La posición budista era que estos asuntos debían ser regulados por la sociedad a través de ciertos procesos sociales, políticos o legales. Lo único que se requería es que tales disposiciones no estuvieran en conflicto directo con el Dhamma. Es posible tener muchas formas diferentes de arreglos sociales y familiares que sean compatibles con el amplio marco de Dhamma.
Así, asuntos como el divorcio, la herencia de propiedades, etc., está completamente regulada por procesos sociales, y hay una considerable libertad para los individuos en tales disposiciones. En asuntos como el matrimonio, el divorcio, la posesión de propiedad, las creencias personales políticas o religiosas, etc., se permitió una libertad notable a las mujeres, y esto era algo que debió asombrar a los misioneros cristianos en los países budistas.
No obstante, en sus discursos a los laicos el Buddha realmente expresa opiniones, y recomienda las prácticas que él consideraba como compatibles con el Dhamma. En ocasiones, las opiniones del Buddha resultan coincidir con principios comúnmente aceptados por la sociedad, otras veces eran contrarias a estas opiniones.
Así, por ejemplo, en una sociedad que consideraba que los hijos varones eran más deseables que las hijas, el Buddha sostenía una opinión diferente. Cuando el Rey Pasenadi de Kosala, mientras aún era adherente de la religión brahmánica y compartía sus valores, estaba decepcionado de que su reina Mallika tuviera una hija, el Buddha le dijo: “Una hija, oh señor de los hombres, puede demostrar ser mejor descendiente que un hombre” (Samyutta Nikaya, iii, 2, 6). Es posible ver en este tipo de respuesta diplomática la prevención al rey de desarrollar una aversión hacia su reina que era budista, pero el sentimiento expresado es genuino, y está de acuerdo al resto de la enseñanza del Buddha.
Unos pocos discursos dados a los cabeza de familia acentúan los aspectos más mundanos de la vida, y de estos el Sigalovada Sutta es el más conocido. Este Sutta ha sido disecado para obtener las reglas de conducta sobre una amplia variedad de asuntos seculares. Este es un modo incorrecto de acercarse a la cuestión. En este Sutta, el Buddha no se establece en un código de jurisprudencia doméstica, pero instruía al Brahmín Sigala sobre ciertos principios básicos. De estos, los que son relevantes aquí son los deberes de una esposa hacia su esposo y viceversa. El Buddha establece las reglas en cuanto a que podrían ser consideradas de sentido común y sumamente sensatas. Ellas están conformes a las costumbres de aquel tiempo. Los detalles, en realidad, no son importantes, pero lo que si es importante es que el Buddha enfatiza en el principio de reciprocidad. Así, la esposa tiene deberes prescritos para con el esposo, así como el esposo para con la esposa. La carga igualitaria de responsabilidad y deberes puestos tanto sobre el esposo como sobre la esposa es un sello distintivo de la actitud del Buddha sobre el rol de las mujeres en la vida familiar. En este Sutta el Buddha identifica cualidades en las mujeres (belleza, riqueza, familiares, hijos, virtud) que las podrían hacer superiores a su compañero en el matrimonio, pero estas cualidades son aquellas generalmente aceptadas socialmente en el tiempo del Buddha. El Sigalovada Sutta presupone un sistema monógamo, pero algunos de los patrones reales del Buddha practicaban la poligamia al tener grandes harem, pero no eran amonestados por esto por el Buddha. Se trataba de un asunto que pertenece a la convención social, y el Buddha prefirió no puntualizar al respecto.
En otros lugares del Canon Pali, existen referencias a la posición de las mujeres que podrían no satisfacer a los exponentes modernos de “la liberación femenina”. Así el Dhaniya Sutta del Sutta Nipata ensalza la obediencia en las esposas (recordemos que el voto impuesto en el matrimonio cristiano de “obedecer” a sus esposos). Entonces hay varias listas de tipos de mujeres que aparecen en el Vinaya y el Sutta Pitaka, con la indirecta ocasional de que las más dóciles son el mejor tipo de esposa. Pero debe recordarse que estas opiniones no tienen forma alguna de fuerza coercitiva, y no siempre son compatibles con las declaraciones en otra parte. En una compilación tan grande como la del Canon Pali tal inconsistencia sobre el asunto es relativamente menor a lo que se espera.
Si uno consiguiera un principio general sobre la cuestión relacionada a los sexos, éste sería el principio de reciprocidad y no-dominancia que surge en las escrituras budistas. Incluso los Jatakas más tardíos son algunas veces hastiados de la mujer que vive temerosa a su marido, no es una verdadera esposa.

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